A pesar de soportar meses de hambre, desnutrición, aislamiento y tortura severa, los rehenes liberados a menudo parecen estar externamente sanos y felices.
Esta apariencia engañosa está impulsada por procesos fisiológicos que aceleran la frecuencia cardíaca, estimulan el cuerpo y crean una sensación temporal de euforia antes de su liberación.
Sagui Dekel Chen, Alexander Sasha Troufanov e Iair Horn pasaron casi 500 días en cautiverio. A pesar de la horrible tortura, la prolongada privación de alimentos y el aislamiento extremo, parecen estar en buena salud, sonriendo, caminando e interactuando con los demás. Esto plantea una pregunta importante: ¿cómo pueden individuos que han sufrido abusos prolongados parecer tan enérgicos y felices?
La respuesta radica en la respuesta hormonal del cuerpo durante los últimos días previos a su liberación.
El poder de las hormonas en cautiverio y liberación
Durante eventos emocionalmente intensos como ser liberado de la cautividad, el cuerpo libera hormonas que afectan el estado de ánimo y la energía. La adrenalina, producida por las glándulas suprarrenales, prepara el cuerpo para la acción al aumentar la frecuencia cardíaca, elevar la presión arterial y mejorar el flujo sanguíneo hacia los músculos.
Una oleada de adrenalina crea fuerza, alerta y energía temporales, aunque el efecto es de corta duración. La dopamina, un neurotransmisor producido en el tronco cerebral, genera sentimientos de satisfacción y placer durante momentos de alegría. Para los rehenes, esta ráfaga de dopamina crea una breve euforia, haciéndolos parecer felices y optimistas. Sin embargo, una vez que los niveles de dopamina disminuyen, la fatiga e incluso la depresión pueden instalarse rápidamente.
La serotonina, que regula el estado de ánimo, el sueño y el apetito, también aumenta al ser liberado, proporcionando una sensación temporal de calma y confianza. Después de meses de baja serotonina debido al estrés, este aumento repentino puede dar una falsa impresión de estabilidad emocional sin garantizar el bienestar a largo plazo.
El cortisol, una hormona clave del estrés, se produce en respuesta a la angustia a largo plazo, afectando la función inmunológica, la presión arterial, el azúcar en la sangre y el metabolismo. Los rehenes soportan altos niveles de cortisol durante la cautividad. Cuando son liberados, los niveles de cortisol disminuyen bruscamente, lo que a menudo conduce a una fatiga extrema y problemas en el sistema inmunológico.
Los costos ocultos de la cautividad
La energía visible y las sonrisas de los rehenes que regresan pueden enmascarar el grave daño físico causado por la captividad prolongada. La inanición conduce a una pérdida significativa de masa muscular y grasa, depleción de proteínas y descomposición metabólica a medida que el cuerpo consume músculo para obtener energía. La desnutrición debilita los sistemas inmunológicos, haciendo a los rehenes vulnerables a infecciones. Deficiencias severas en minerales como el potasio y el magnesio pueden causar arritmias cardíacas y fallo de órganos.
La realimentación rápida después de la cautividad puede causar el síndrome de realimentación, una condición potencialmente mortal que resulta de desequilibrios electrolíticos repentinos, lo que puede llevar a hinchazón cerebral, insuficiencia cardíaca y problemas digestivos.
Los efectos psicológicos y neurológicos son igualmente graves. Muchos rehenes sufren de trastorno de estrés postraumático (TEPT), que provoca flashbacks, ansiedad y aislamiento social. Las deficiencias nutricionales a largo plazo también afectan la función cerebral, provocando pérdida de memoria, mala toma de decisiones e inestabilidad emocional debido a la falta de vitaminas B esenciales.
El camino hacia la recuperación
La recuperación para los exrehenes requiere una rehabilitación gradual y estrechamente supervisada. La recuperación nutricional implica dietas equilibradas ricas en proteínas, vitaminas y minerales, con análisis de sangre regulares para prevenir efectos secundarios peligrosos. El apoyo psicológico es igualmente vital, ayudando a los rehenes a sobrellevar el trauma emocional a largo plazo.
Aunque los rehenes que regresan pueden parecer saludables y llenos de energía, sus cuerpos han sufrido un trauma grave, incluida la pérdida de masa muscular, la supresión del sistema inmunológico y el daño a los órganos. La atención médica a largo plazo y el apoyo psicológico son esenciales. Solo el tiempo revelará la verdadera magnitud del daño y el camino hacia la recuperación completa.
Por ahora, nos aferramos a la esperanza de su curación y el regreso seguro de todos los rehenes aún en poder de Hamás.