En nuestra memoria colectiva, Tisha B'Av siempre ha sido un día solemne, marcado por la destrucción de los Primer y Segundo Templos. Sin embargo, este año, el día fue testigo de lo que muchos consideramos un milagro moderno, un testimonio de intervención divina que no podría haber llegado en un momento más crucial.
Los informes confirmaron un terremoto de magnitud 5.4 que golpeó a Siria y Líbano, impactando profundamente la región. Este no fue un evento sísmico cualquiera; podría haber sido un acto divino no anticipado que frustró una grave amenaza contra la nación judía. Hezbolá, un proxy establecido de Irán, había estado preparando un ataque contra Israel, un desafío directo planificado deliberadamente para Tisha B'Av. Muchos de los túneles subterráneos del grupo, llenos de armamentos, podrían haber sido reducidos a escombros por un acto de Dios para proteger a Sus hijos, lo que efectivamente detendría el plan nefasto de Hezbolá antes de que pudiera materializarse.
Es difícil percibirlo como una mera coincidencia que la tierra temblara justo el día en que Hezbolá había planeado enviar a Israel nuevamente al luto. Con túneles colapsando y sus arsenales enterrados, lo que podría haber sido un asalto devastador se convirtió en un día de desconcertante alivio y gratitud.
A lo largo de la historia, los judíos han enfrentado adversarios que han intentado desmantelar nuestro espíritu y nuestra fe. Este evento reciente es otro ejemplo de que, independientemente de las fuerzas reunidas en nuestra contra, la protección divina sigue siendo firme. Tisha B'Av, normalmente un día de tristeza y reflexión, se transformó en un momento en el que pudimos ver la mano de Dios en acción, convirtiendo nuestra potencial desesperación en potencial consuelo.
Es posible que Irán y Hezbolá estén ahora desconcertados por esta interrupción inesperada. Como judíos, este evento podría ser una señal para que nos unamos, no en duelo, sino en júbilo por la intervención divina que podría haber evitado lo que podría haber sido un evento catastrófico. Mientras Tisha B'Av continúa recordándonos nuestras pérdidas pasadas, también sirve como un potente símbolo de resiliencia y custodia divina.
Enterrando las ambiciones subterráneas de Hezbolá
Nuestra lente histórica nos permite ver que a pesar de las tragedias de nuestro pasado, la protección de Dios no ha disminuido. Las ambiciones subterráneas de Hezbolá pueden ahora estar enterradas, convertidas en cenizas antes de tener la oportunidad de hacernos daño.
Tomemos este giro inesperado de los acontecimientos como una afirmación de nuestra fe y como una señal poderosa de que nuestros restos de destrucción pueden dar lugar a momentos de salvación. Cada temblor de ese terremoto resonó no sólo con destrucción física, sino con una victoria espiritual, un recordatorio de que las fuerzas que nos protegen son mucho mayores que las que nos amenazan. Que sigamos encontrando fuerza y consuelo en saber que incluso en nuestros momentos más oscuros, no estamos solos y que Dios siempre nos protegerá.