El 13 y 14 de abril, Irán llevó a cabo su primer ataque directo a Israel en medio del actual conflicto, subrayando drásticamente el frágil entorno de seguridad que nos rodea. Esta fecha marca también un aniversario personal y conmovedor para mí; ocho años antes, me embarqué en mi primer viaje al Mar Muerto, atraído por su belleza inquietante y la lucha ambiental, a bordo de una excursión en barco única en el punto más bajo de la Tierra.
En mi papel como gerente de relaciones exteriores en ISRAEL-is, con el objetivo de mejorar la imagen global de Israel después de las atrocidades del 7 de octubre, la vista de un misil interceptado iraní cayendo en el Mar Muerto reavivó mi dedicación para abordar los desafíos ambientales y de seguridad en nuestra región. Este misil de cabeza de guerra de 750 kg, un vivo símbolo de agresión, no solo abre un nuevo capítulo drástico en el conflicto de Oriente Medio, sino que también golpea a un cuerpo de agua que simboliza tanto maravilla natural como fragilidad ecológica.
Tras el tumultuoso aftermath de la guerra en Gaza, las atrocidades del 7 de octubre y la última provocación de Irán, los desafíos de seguridad que enfrentan Israel y sus vecinos solo se han profundizado. Una significativa exhibición de dinámicas regionales se desarrolló cuando Jordania interceptó de manera decisiva varios misiles de Irán dirigidos a Israel y a estados del Golfo, incluida Arabia Saudita, y proporcionó inteligencia sobre el ataque iraní. Este acto de cooperación en medio del conflicto subraya la compleja interacción de antagonismo y alianza que caracteriza nuestras relaciones regionales.
Necesitamos una estrategia dual: preservación ambiental y coexistencia
Recordando los días previos al 7 de octubre, hubo un optimismo fugaz sobre las alianzas regionales que sustentaban un futuro más brillante. Durante ese período, recorrí los pasillos del Capitolio con una delegación de Oriente Medio y el Norte de África, promoviendo el tercer año de los Acuerdos de Abraham. Mi papel en ese entonces como director del Proyecto de Revitalización del Mar Muerto implicaba abogar por la diplomacia del agua y el desarrollo del turismo ambiental: una estrategia dual destinada a preservar el medio ambiente y fomentar la coexistencia y la unidad entre las personas conectadas por narrativas ecológicas y culturales compartidas, centrándose especialmente en la sostenibilidad del agua en una de las regiones más secas del mundo.
Hoy, a medida que la sombra de los conflictos en escalada se cierne más grande, la necesidad de una alianza de seguridad regional en contra de Irán se vuelve cada vez más imperativa. Sin embargo, dentro de estas tensiones crecientes yacen una oportunidad crítica para la cooperación centrada en nuestras preocupaciones ambientales mutuas. Las aguas decrecientes del Mar Muerto sirven como un recordatorio contundente de los desafíos ambientales más amplios que desafían las fronteras políticas y exigen acción colaborativa.
Mirando hacia adelante, nuestro enfoque debe evolucionar desde la mera supervivencia y maniobras tácticas hacia el fomento de una cooperación sostenible. Nos recordamos que nuestros recursos hídricos compartidos y desafíos ambientales podrían ser la piedra angular de una alianza regional sólida. Esta cooperación no solo aborda necesidades ecológicas inmediatas, sino que también establece las bases para un futuro más estable y seguro.
Mientras navegamos estos tiempos complejos, nuestro compromiso inquebrantable con la diplomacia ambiental y la cooperación regional sigue fortaleciéndose. Las historias de resiliencia desde el Mar Muerto hasta los corredores diplomáticos iluminan la necesidad apremiante de un enfoque unificado tanto para la seguridad como para la sostenibilidad. Estas narrativas refuerzan la importancia de aprovechar los intereses ambientales compartidos para tender puentes y forjar una paz duradera en la región.
El éxito de esfuerzos diplomáticos como los Acuerdos de Abraham resalta el impacto potente de estrategias cooperativas y subraya la necesidad crítica de involucrar a comunidades y naciones en diálogos sobre intereses mutuos y destinos compartidos. Este enfoque integral no solo contrarrestará las ideologías destructivas de Irán y sus representantes, sino que también allanará el camino para un futuro sostenible y pacífico para todos los involucrados.
El escritor es el gerente de asuntos exteriores de ISRAEL-is, y anteriormente se desempeñó como director del Proyecto de Revitalización del Mar Muerto.