La idea del "Corredor de David" ha sido ampliamente discutida en los medios de comunicación estatales árabes, iraníes y turcos, relacionándola con la colaboración kurdo-israelí y la noción de que las fronteras bíblicas de la Tierra de Israel se extienden desde el Nilo hasta el Éufrates.
Estos medios de comunicación afirman que el corredor es parte de un plan israelí para tomar el control de la frontera oriental de Siria y conectar áreas con Israel que están controladas por facciones kurdas leales a Israel y a los Estados Unidos, dividiendo así a Siria y a Oriente Medio aprovechando a las poblaciones kurdas en Siria e Irak.
Estas narrativas de fuentes árabes, iraníes y turcas son claramente proyecciones, enraizadas en las ambiciones coloniales de estos poderes y alimentadas por políticas antisemitas y anti-kurdas. Desvían la atención de las preocupaciones legítimas y los esfuerzos necesarios para fomentar la estabilidad, la paz y la seguridad en una región durante mucho tiempo devastada por conflictos.
Además, reflejan los intereses estratégicos de las potencias imperiales en Ankara y Teherán, que invocan la noción del Corredor de David en el contexto de las relaciones kurdo-israelíes para deslegitimar las aspiraciones kurdas de autonomía y las preocupaciones de seguridad de Israel. Al retratar estos asuntos como amenazas a la integridad territorial de los Estados soberanos, justifican sus intervenciones en la región y buscan preservar el statu quo geopolítico existente.
Esta retórica parece obstaculizar los esfuerzos de paz y perpetuar el control sobre comunidades diversas, especialmente aquellas con significativas poblaciones kurdas. La realidad es que los kurdos no han abordado la cuestión de las antiguas fronteras bíblicas de Israel ni han expresado ninguna intención de particionar Siria.
Si bien ciertos discursos populares en Israel han planteado preguntas sobre la relación entre las fronteras del Estado de Israel moderno y el antiguo Reino de David, estas son voces marginales sin impacto en la política estatal. Además, las recientes incursiones de Israel en Siria han sido claramente impulsadas únicamente por preocupaciones de seguridad; un corredor hacia el Éufrates podría haber sido creado si esa hubiera sido la intención de Israel.
Tanto los representantes kurdos como israelíes han enfatizado su compromiso de preservar la integridad territorial de Siria y promover la inclusión de todas las comunidades en una Siria post-Assad, abogando por modelos de gobierno descentralizado que salvaguarden los derechos culturales y políticos.
Estos objetivos se alinean con el espíritu de los Acuerdos de Abraham, que promueven la cooperación, estabilidad y respeto por las diversas comunidades mientras contrarrestan las acciones desestabilizadoras de Irán y Turquía.
Sin embargo, para REALIZAR estos objetivos, el establecimiento de un "Corredor de Paz de Abraham" es una necesidad vital para los kurdos sirios e iraquíes, las comunidades drusas e Israel. Extendido desde las fronteras de Israel a través de la ciudad de As Suwayda en el sur de Siria, a lo largo de las fronteras de Jordania e Iraq, hasta Deir ez-Zur, Al Hasaka y Qamishli, este corredor podría ser patrullado por las fuerzas armadas kurdas y drusas, como componentes integrales de la sociedad siria, y monitoreado por Israel y los estados árabes del Golfo.
Al establecer el Corredor de Paz de Abraham, Israel, los kurdos y otros actores regionales tendrían una oportunidad sin precedentes para forjar alianzas en políticas de seguridad y energía, así como en comercio, inversión y agricultura. Además, este acuerdo podría ayudar a prevenir la partición de Siria y reducir el terrorismo transfronterizo.
Esta visión debería ser respaldada por actores internacionales clave, incluidos los Estados Unidos, las potencias europeas y los Estados árabes del Golfo, todos los cuales tienen un interés en reformar Siria para lograr estabilidad y cooperación a largo plazo.
En 2017, cuando el Gobierno Regional Kurdo (GRK) en Irak planeó un referéndum de independencia, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan amenazó a los kurdos con un asedio económico y la hambruna si seguían adelante con la independencia. Esta amenaza sigue pendiendo sobre toda la población kurda en las cuatro partes de Kurdistán. Refleja la realidad de la posición sin salida de los kurdos, atrapados dentro de cuatro estados represivos: Turquía, Irak, Irán y Siria, todos los cuales ven la autonomía kurda y los derechos culturales como amenazas existenciales a su soberanía.
Este confinamiento geográfico ha dejado a los kurdos en una posición vulnerable, incapaces de asegurar derechos culturales y libertad económica, dependientes de la buena voluntad de regímenes adversarios. Su estatus de apátridas ha llevado a ciclos de presión económica, represión política y conflicto violento. En este contexto, la amenaza de Erdogan representa una realidad que los kurdos han soportado durante mucho tiempo, haciendo que su búsqueda de libertad parezca lejana y difícil de lograr.
¿Cómo podría un Corredor de Paz de Abraham ayudar a Israelis y Kurdos?
ENTRETANTO, A PESAR de los intereses conflictivos ocasionales, Iraq, Irán y Siria se han alineado en su oposición compartida a Israel, facilitando el flujo de armas e ideologías extremistas a través de sus fronteras.
Irán, por ejemplo, ha utilizado la porosa frontera entre Iraq e Irán para suministrar armas y apoyo a grupos extremistas como Hamas, Hezbollah y las fuerzas sirias leales al régimen de Assad, lo que ha desestabilizado aún más la región y complicado el panorama geopolítico.
El surgimiento de ISIS ejemplifica cómo la inestabilidad regional contribuye a una red más amplia de terrorismo. A principios de la década de 2010, el régimen de Assad en Siria liberó a yihadistas suníes de sus prisiones, incluidos miembros de Al-Qaeda, con el objetivo explícito de presentar a la oposición siria como terroristas. Estos extremistas se trasladaron a Iraq, donde se reagruparon y se convirtieron en el núcleo de ISIS.
Lanzaron una campaña genocida contra los yazidíes y otros grupos no suníes antes de regresar a Siria para llevar a cabo ataques terroristas globales. Esta estrategia de desestabilización desencadenó una ola de violencia que se extendió mucho más allá del Medio Oriente, profundizando aún más la inestabilidad regional.
La caída del régimen de Assad en Siria ha creado una nueva oportunidad para romper el confinamiento geográfico kurdo y abordar las amenazas continuas planteadas por regímenes hostiles, especialmente aquellos que apuntan a Israel. Esta dinámica regional en cambio presenta una oportunidad única para establecer el Corredor de Paz de Abraham, inspirado en el espíritu de los Acuerdos de Abraham.
Este corredor podría poner fin a las hostilidades y fomentar la paz y la cooperación desde Israel hasta las regiones kurdas, aprovechando la influencia kurda para eventualmente llevar a Iraq y Siria al acuerdo de paz. El establecimiento exitoso del corredor depende de la cooperación y el apoyo activo de las potencias internacionales clave en la región, incluidos los Estados Unidos, los estados europeos, el Reino Unido y los países árabes del Golfo.
Su participación es crucial, ya que su influencia diplomática y política puede ayudar a superar las diversas barreras que actualmente obstaculizan tal iniciativa. Estas barreras no son solo regionales, sino también políticas, requiriendo una navegación cuidadosa de las complejas relaciones entre los actores estatales en el Medio Oriente.
El Corredor de Paz de Abraham podría fomentar la estabilidad y la cooperación a largo plazo en la región. Uno de sus objetivos clave es abordar las vulnerabilidades de las débiles fronteras estatales entre Iraq y Siria, que durante mucho tiempo han sido explotadas por grupos terroristas y actores no gubernamentales. El corredor podría ayudar a frustrar estas fuerzas, impidiéndoles reorganizarse y representar amenazas para los kurdos, Israel y el mundo occidental. Podría proporcionar a los kurdos un mayor acceso al mundo exterior a través de Jordania e Israel, reduciendo su dependencia de regímenes represivos y permitiéndoles seguir agendas económicas y pacíficas.
Para Israel, el corredor ofrece acceso a recursos energéticos vitales y productos agrícolas, al tiempo que mitiga sus amenazas existenciales de seguridad.
Al abordar estas preocupaciones compartidas, el Corredor de Paz de Abraham mejoraría la seguridad y la paz regionales y globales a través del comercio y el comercio, todo dentro del marco de los Acuerdos de Abraham. Esta iniciativa representa un cambio estratégico con implicaciones de largo alcance, ofreciendo más que solo un arreglo territorial.
En última instancia, tiene el potencial de convertirse en un vínculo vital para la convivencia pacífica y la prosperidad económica en una región durante mucho tiempo marcada por conflictos y divisiones. Con la cooperación entre los kurdos, israelíes y otras potencias regionales e internacionales, el corredor podría transformar Oriente Medio, brindando una base para un futuro más seguro y próspero para todos.
El escritor es un investigador en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén.