La demencia es una enfermedad incurable, pero la detección temprana puede impactar significativamente el tratamiento y cuidado. La enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia, conduce a un deterioro progresivo en la función mental.
Los pacientes experimentan una disminución en las habilidades de aprendizaje y pensamiento, la memoria a corto plazo, la orientación espacial, la percepción visual, la atención, el procesamiento de información y el juicio.
En etapas avanzadas, las personas requieren atención constante ya que luchan incluso con tareas básicas. El riesgo de desarrollar Alzheimer aumenta con la edad, afectando aproximadamente a un tercio de las personas de 85 años en adelante.
Un estudio realizado en la Universidad de Chicago sugiere que la pérdida del olfato puede servir como un indicador temprano de la enfermedad. Dado que la memoria juega un papel crucial en la identificación de los olores, los investigadores se centraron en evaluar el sentido del olfato en 515 adultos.
El objetivo era desarrollar una prueba de olfato similar a las pruebas de visión y audición, que permitiera a las personas reconocer posibles señales de advertencia, como una capacidad disminuida para detectar la fragancia del champú y el jabón mientras se duchan.
Agregó: "Pudimos demostrar que el volumen y la forma de la materia gris en áreas asociadas al olfato y la memoria en los cerebros de las personas con una rápida disminución en su sentido del olfato eran más pequeños en comparación con las personas que tenían una disminución olfativa menos severa".
Detectar la demencia en sus primeras etapas puede mejorar en gran medida las posibilidades de manejar la enfermedad de manera efectiva. Si bien no existe una cura para la demencia, identificar señales de advertencia como una disminución en el sentido del olfato puede contribuir a una intervención oportuna y cuidado adecuado.