En 2023, la UNESCO reconoció la importancia histórica de Jericó al inscribirla en la Lista del Patrimonio Mundial. La decisión subrayó el valor cultural y arqueológico de la región, resaltando el estatus de Jericó como la ciudad habitada más antigua del mundo. Situada en el corazón del desierto de Judea, con más de 11,000 años de historia, Jericó se erige como un lugar excepcional en la historia de la humanidad.
La antigua ciudad de Jericó, correspondiente al sitio conocido como Tell es-Sultan, ofrece una perspectiva única sobre las civilizaciones humanas más antiguas. Las excavaciones arqueológicas han descubierto alrededor de 70 casas prehistóricas y más de 20 asentamientos sucesivos, demostrando una ocupación continua durante milenios. Las casas, de forma circular, estaban construidas con barro y paja. El primer asentamiento humano documentado en Jericó data de alrededor del 9000 a.C., cuando grupos de cazadores-recolectores de la cultura natufiana se establecieron en la región.
Los grupos natufianos en Jericó aprovecharon el manantial de Ein as-Sultan y las aguas del río Jordán, lo que facilitó el desarrollo de la agricultura y las primeras tecnologías alimentarias. Esta transición a un estilo de vida sedentario marcó una evolución significativa desde el nomadismo hacia la producción de alimentos, con comunidades estableciendo bases que aún se pueden observar hoy en día. El cambio a un estilo de vida sedentario no solo transformó la forma de vida, sino que también promovió el crecimiento de herramientas y objetos domésticos necesarios para la convivencia comunitaria.
Jericó no solo fue pionera en el sedentarismo, sino también en la construcción de infraestructuras defensivas. Las comunidades construyeron muros de piedra que cumplían una doble función: proteger a la población de ataques externos y controlar los niveles de agua de los manantiales cercanos para prevenir inundaciones. Características destacables como un muro de piedra de 3,5 metros de altura y una torre circular de nueve metros de altura atestiguan las avanzadas habilidades de ingeniería de sus antiguos habitantes.
Las excavaciones en Tell es-Sultan, dirigidas por la arqueóloga británica Kathleen Kenyon en la década de 1950, revelaron hallazgos arqueológicos significativos, incluida la Torre de Jericó. Los turistas pueden disfrutar de la Torre de Jericó, que proporciona información sobre cómo era la vida en la antigüedad. Entre los descubrimientos arqueológicos más notables en Jericó se encuentran utensilios de cerámica con inscripciones prehistóricas. Estas piezas de cerámica se habrían utilizado para conservar alimentos o cocinar, lo que indica un temprano desarrollo de tecnologías alimentarias en Jericó.
Además, se han descubierto cráneos cubiertos de yeso y con conchas colocadas en las cuencas de los ojos, lo que sugiere una preocupación significativa por el culto a los ancestros y las creencias espirituales entre sus antiguos habitantes. Estos restos revelan una profunda conexión con la vida después de la muerte y un sorprendente nivel de sofisticación cultural en una época en la que muchas sociedades aún dependían de la caza y la recolección.
Hoy en día, Jericó tiene un rico patrimonio histórico, siendo el exponente máximo las ruinas de Tell es-Sultan, situadas en el centro histórico de la ciudad. Tell es-Sultan alberga vestigios de las primeras civilizaciones y ofrece a los visitantes la oportunidad de profundizar en su conocimiento de la historia humana. Para los amantes de la antigüedad o aquellos que disfrutan aprendiendo sobre la historia humana en vacaciones, las ruinas de Tell es-Sultan son una gran opción para visitar.
A pocos metros de las ruinas de Jericó se encuentra la Fuente de Eliseo, también conocida como la Fuente de Eliseo, que se ha convertido en uno de los lugares más fotografiados de Jericó. La Fuente de Eliseo es notable por su arquitectura, así como por su importancia arqueológica y cultural. En sus paredes, se puede leer la inscripción "Ciudad más antigua del mundo". Esta distinción atrae a miles de visitantes cada año.
Jericó también alberga vestigios de la época del califato omeya, representados en el Palacio de Hisham, construido alrededor del año 743-744. El palacio se destaca por sus mosaicos y decoraciones de estuco, inspirados en los baños de la civilización romana. Estos mosaicos y decoraciones han resistido el paso del tiempo, ofreciendo una ventana al esplendor de la arquitectura islámica temprana. Algunos restos del Palacio de Hisham se conservan en el Museo Rockefeller en Jerusalén, permitiendo que el legado histórico del palacio trascienda las fronteras de Jericó.
El Monte de la Tentación
Otro lugar de visita obligada en Jericó es el Monte de la Tentación. Reconocido por los creyentes por su conexión con la Biblia, es aquí donde, según relatos bíblicos, Jesús pasó cuarenta días ayunando y resistiendo las tentaciones del diablo. El Monte de la Tentación es uno de los principales miradores de Jericó, rodeado por el paisaje desértico de Judea, y tiene un profundo significado espiritual para los creyentes. Desde el Monte de la Tentación, los visitantes pueden observar la vasta extensión del desierto, comprendiendo la dimensión histórica y cultural de Jericó.
El legado histórico de Jericó no se limita a su pasado antiguo. La habitación continua de la ciudad y los esfuerzos de preservación han permitido que las ruinas de Tell es-Sultan sean estudiadas y apreciadas tanto por arqueólogos como por visitantes. A pesar del paso del tiempo, estas estructuras denotan la etapa sedentaria de la ciudad, proporcionando evidencia de la transición de un estilo de vida nómada a uno sedentario. Esta transición representó un hito en la historia al permitir el desarrollo de la agricultura en la región.
Este artículo fue escrito en colaboración con la empresa de inteligencia artificial generativa Alchemiq.