En el centro de Israel, un descubrimiento arqueológico clave vincula a dos especies diferentes de humanos —el Homo sapiens y el neandertal— que no solo cruzaron caminos, sino que también podrían haber mantenido intercambios culturales.
Estos hallazgos provienen de una excavación dirigida por investigadores israelíes de la Universidad Hebrea, la Universidad de Tel Aviv y otras instituciones académicas del país, iniciada en 2017. Revelados al público en un estudio revisado por pares, los científicos ahora pueden comprender mejor los inicios de la historia humana.
Se creía que estas dos especies humanas distintas interactuaban activamente entre sí, lo que contradice la teoría previa de que vivían aisladas. Como resultado, los arqueólogos dedujeron que sus interacciones abarcaron la tecnología, las prácticas funerarias y otros aspectos de la vida en general.
Este descubrimiento, hallado tras la excavación de la cueva de Tinshemet, en el centro de Israel, representa al Levante como un punto de encuentro y una encrucijada en el camino hacia las primeras civilizaciones, influyendo en el desarrollo mutuo. Las excavaciones condujeron al descubrimiento de una serie de enterramientos, especialmente del primer período del Paleolítico Medio.
Los investigadores observaron que estos enterramientos actuaron como una clave para el pasado. Estos descubrimientos plantean interrogantes sobre la naturaleza de las relaciones de los primeros humanos. Si bien anteriormente se pensaba que eran claros rivales, estos descubrimientos aportan la perspectiva de que pudieron haber vivido en armonía e incluso haber colaborado.
Los neandertales y el Homo sapiens se desarrollaron en climas diferentes y presentaban características diferentes que permitieron a cada especie sobrevivir en condiciones adversas. Con ello, cada uno poseía diferentes fortalezas y habilidades que les ayudaban a sobrevivir. Los neandertales, cognitivamente más débiles, se extinguieron hace unos 40.000 años por diversas razones, como el cambio climático, la competencia con otros grupos humanos y el mestizaje.
El Homo sapiens progresó aún más cognitivamente, desarrollando pensamientos y lenguaje complejos y abstractos. Sus herramientas, arte y otros objetos simbólicos aluden a importantes avances culturales y tecnológicos. También se creía que estaban organizados de forma más formal y eran más complejos en situaciones sociales, adaptándose fácilmente a diversos entornos del planeta.
Las estrategias de caza y construcción de herramientas de piedra, así como la complejidad social, también eran significativamente más fuertes entre el Homo sapiens, lo que llevó a los investigadores a cuestionar los intercambios culturales experimentados entre los grupos y a propiciar cualquier posible innovación a lo largo de los años.
La cueva de Tinshemet
En la cueva excavada de Tinshemet, la presencia de prácticas funerarias formales se considera uno de los primeros signos de complejidad social. En el Levante, estas prácticas funerarias comenzaron a aparecer hace unos 110.000 años.
La pintura corporal presente podría haber impulsado el intento de establecer distinciones sociales en los lugares de enterramiento. Los entierros presentes también representan un cementerio oficial, incluso un cementerio.
La ubicación de Israel en el mapa sirvió como puente entre diferentes mundos. Los investigadores observaron que, debido a las mejoras climáticas durante ese período, la región se volvió más propicia para albergar a diferentes grupos humanos.
Esto también plantea la pregunta: ¿el Homo sapiens tuvo más éxito porque aprendió de los errores de los neandertales o aprendió a sobrevivir gracias a ellos?