El horror de los rehenes que el mundo se niega a ver

Cuando la realidad amenaza con volverse una pesadilla, la esperanza es lo único que queda. ¿Es posible evitar lo peor antes de que sea demasiado tarde? Descubre más aquí.

 Una tienda de campaña para protestar por la liberación de los rehenes en la Franja de Gaza, vista en Jerusalén, 18 de febrero de 2025. (photo credit: FLASH90/CHAIM GOLDBERG)
Una tienda de campaña para protestar por la liberación de los rehenes en la Franja de Gaza, vista en Jerusalén, 18 de febrero de 2025.
(photo credit: FLASH90/CHAIM GOLDBERG)

No podemos aceptar lo que es demasiado incomprensible para aceptar.

Los informes de los medios estaban llenos de titulares sobre los detalles del regreso planeado de los rehenes muertos el jueves, según lo declarado por Hamas el martes.

Pero aquí en casa, cerramos filas, silenciamos lo que probablemente esperábamos que fuera cierto y habíamos esperado durante bastante tiempo, y enviamos un abrazo virtual a las personas involucradas.

También estábamos inusualmente callados y cautelosos porque no podíamos separarnos de los hermosos rostros inocentes que se han convertido en familia para todos los israelíes en los últimos 16 meses.

Los titulares y los informes en la televisión y la radio en todo el país han tratado las revelaciones con sensibilidad y gracia. Porque no hay nadie en Israel que no haya sido dañado y cambiado por la muerte y la angustia y que no se vea reflejado en esos rostros, que se han convertido en el emblema de la esperanza y la insignia del horror en esta guerra.

 Visitantes en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv. 16 de febrero de 2025. (credit: MIRIAM ALSTER/FLASH90)
Visitantes en la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv. 16 de febrero de 2025. (credit: MIRIAM ALSTER/FLASH90)

Queda un rastro de esperanza

El jueves llegará lo suficientemente pronto, y lo sabremos. Pero por ahora, todavía podemos mirar esos rostros, y sostener un rastro de esperanza de que los informes resulten ser incorrectos. Esperemos un día más antes de que los titulares inevitables retumben con las malas noticias.

No podemos admitir que lo incomprensible haya llegado.

Así que no lo haremos... por el tiempo que podamos.