Resiliencia y confianza: el camino a casa - opinión

Para garantizar el regreso de las comunidades a sus hogares, es necesario que permanezcan como comunidades. Las herramientas necesarias no son sólo tractores, tanques y ametralladoras.

 Las FUERZAS DE SEGURIDAD se encuentran en el lugar donde un cohete disparado desde Líbano hirió a dos personas en Kiryat Shmona, el mes pasado. (photo credit: AYAL MARGOLIN/FLASH90)
Las FUERZAS DE SEGURIDAD se encuentran en el lugar donde un cohete disparado desde Líbano hirió a dos personas en Kiryat Shmona, el mes pasado.
(photo credit: AYAL MARGOLIN/FLASH90)

Los sucesos de la masacre del 7 de octubre provocaron la evacuación de las comunidades israelíes en las fronteras de Gaza y Líbano, creando un desafío sin precedentes para las ciudades fronterizas. Estas ciudades tienen dos aspectos principales: la comunidad y la tierra. La conexión entre una determinada ecología y un grupo de personas que la eligieron, juntos crean el pueblo, el kibbutz o el moshav. Cuando el suelo se cae -literalmente- bajo los pies de la comunidad, el pueblo puede verse sacudido hasta la médula, especialmente cuando no hay un horizonte claro de retorno en el futuro.

La conexión entre el hombre y la tierra se examina aquí en una intersección transformadora.

Se trata de un momento crítico para estos pueblos, en el que las comunidades han sido desarraigadas de su tierra. ¿Seguirán los residentes resistiendo como comunidad mientras están aislados de sus calles y parques comunes, y volverán las familias a sus hogares? ¿Volverá a funcionar la educación como antes del 7 de octubre? ¿Sobrevivirán los mecanismos internos de la comunidad a la convulsión y seguirán existiendo? Todas estas preguntas tienen un resultado, que aún está por determinar: ¿elegirán los residentes regresar a sus hogares y reconstruir sus vidas?

Las realidades de los evacuados de norte a sur

En la Envoltura de Gaza, o Negev occidental, donde los kibbutzim y moshavim se encuentran a no más de cuatro kilómetros de la Franja de Gaza, el reto es obvio: requieren una importante rehabilitación física. Otro reto al que se enfrentan las comunidades es el trauma continuo de los rehenes que aún no han regresado y, por supuesto, la terrible masacre que tuvo lugar y que se cobró muchas vidas con una crueldad inimaginable.

Por otra parte, los pueblos de los alrededores que están más alejados de la frontera, en un radio de cuatro a siete kilómetros, están volviendo lentamente a sus hogares y con gran esfuerzo, cuando recientemente el Mando del Frente Interior anunció incluso la posibilidad de volver a algún tipo de rutina escolar.

En la frontera norte, debido a los continuos combates en Líbano, la situación es aún más compleja. Los residentes han sido evacuados a hoteles durante más de cuatro meses. No hubo secuestros ni masacres, pero ¿qué será de las comunidades? Los esfuerzos por preservar los sistemas educativos por parte de los consejos regionales son interminables, en un intento de dar a los niños y a sus padres un poco de estabilidad en unas condiciones de continua incertidumbre.

 Vista de casas dañadas tras el mortífero ataque perpetrado el 7 de octubre por hombres armados del grupo militante palestino Hamás desde la Franja de Gaza, en el kibutz Beeri, en el sur de Israel, 28 de noviembre de 2023. (credit: ILAN ROSENBERG/REUTERS)
Vista de casas dañadas tras el mortífero ataque perpetrado el 7 de octubre por hombres armados del grupo militante palestino Hamás desde la Franja de Gaza, en el kibutz Beeri, en el sur de Israel, 28 de noviembre de 2023. (credit: ILAN ROSENBERG/REUTERS)

La necesidad de resiliencia comunitaria

Para garantizar el regreso de las comunidades a sus hogares, es necesario que permanezcan como comunidades. Para ello no sólo se necesitan tractores, tanques y ametralladoras, sino también herramientas comunitarias blandas.

Las últimas investigaciones internacionales sobre la capacidad de recuperación de las comunidades hacen hincapié en la importancia de la existencia de redes de relaciones entre los miembros de la comunidad; entre una misma comunidad con las comunidades correspondientes; y entre ésta y las instituciones externas.


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Cuanto más estrechos, cercanos e intensos sean los lazos, mayores serán las posibilidades de que una comunidad sobreviva a una crisis aguda.

Tenemos el poder de fortalecer a las comunidades afectadas en estos momentos complejos reforzando los sistemas educativos, culturales y de bienestar que existen en ellas. Los grupos de voluntarios regulares, que participan en estos sistemas de forma continuada, pueden ser una base sobre la que mantener las conexiones. Los jóvenes tienen un enorme poder para marcar la diferencia en estos momentos. Necesitamos el apoyo de los gobiernos para demostrar el poder de las organizaciones civiles "blandas" para lograr el cambio.

Invertir en redes sociales reforzará la resiliencia de la comunidad. En primer lugar, invertir en los lazos intracomunitarios, anclando encuentros y reuniones entre distintos segmentos de la población: los niños, los grupos de jóvenes, las familias y los ancianos. En segundo lugar, reforzar los lazos entre las comunidades desplazadas, formando una comunidad más amplia de personas que están pasando por las mismas experiencias. En tercer lugar, fortalecer las conexiones entre la comunidad y las partes externas: partidos de la sociedad civil, funcionarios del gobierno y consejos regionales, que pueden darles apoyo externo.

La confianza como componente clave

Otro punto importante para reforzar la resiliencia de la comunidad es la cuestión de la confianza. La confianza que el liderazgo será capaz de crear durante la crisis se derivará de la capacidad de comunicar a la comunidad los retos objetivos y la movilización de los miembros de la comunidad para crear soluciones adaptadas. La confianza y el sentimiento de pertenencia que surgen de los procesos comunitarios en los que los miembros de la comunidad son socios son los que pueden crear un cambio significativo en las conexiones dentro de la comunidad que, en última instancia, afectará directamente a su capacidad de supervivencia.

Un ejemplo puede tomarse de las comunidades que sufrieron el tsunami de Japón. Los estudios que examinaron comunidades con características idénticas que perduraron o no tras la catástrofe, mostraron que precisamente una comunidad en la que hubo una extraordinaria inversión gubernamental en un nuevo y magnífico puente se vino abajo. Como el proceso de construcción del puente se hizo burocráticamente "por encima de las cabezas" de la comunidad, creó un sentimiento de alienación entre los miembros de la comunidad y su asentamiento y, finalmente, provocó el abandono del asentamiento.

Por lo tanto, los procesos de refuerzo de la resiliencia de las comunidades desplazadas sólo serán eficaces si son inteligentes, suaves y sensibles.

El autor es el director de Kedma - Young Settlements, una organización que gestiona aldeas juveniles y estudiantiles en ciudades y kibbutzim cercanos a la frontera norte.