La nueva batalla del FBI contra la creciente red de terror de Irán

Kash Patel enfrenta desafíos formidables directamente relacionados con las estrategias y tácticas del régimen de los mulás en Irán.

 5 de marzo 2025 aeródromo de Dulles mientras el personal del FBI y nuestros socios del DOJ + CIA entregaban a un terrorista buscado por los asesinatos de la Puerta de la Abadía de Afganistán. (photo credit: FBI)
5 de marzo 2025 aeródromo de Dulles mientras el personal del FBI y nuestros socios del DOJ + CIA entregaban a un terrorista buscado por los asesinatos de la Puerta de la Abadía de Afganistán.
(photo credit: FBI)

El nuevo FBI en América se enfrenta a un desafío significativo que se ha intensificado con la llegada del nuevo director, Kash Patel: la amplia red de terrorismo del régimen de la República Islámica. Esta preocupación no solo proviene de las actividades terroristas evidentes, sino también de las complejas y extensas redes que la República Islámica ha cultivado para promover sus objetivos internacionales.

Recientemente nombrado como director de una de las agencias de seguridad e inteligencia más importantes del mundo, el FBI, Patel enfrenta desafíos formidables directamente relacionados con las estrategias y tácticas del régimen de los mulás en Irán. El problema persistente y principal, que continúa causando daños, está relacionado con la República Islámica de Irán y el régimen de los mulás en Teherán. Para contrarrestar eficazmente estas amenazas inminentes, el FBI debe mejorar sus estrategias y continuar innovando en sus metodologías de investigación y técnicas de recopilación de información.

Primer punto: La red de terrorismo islámico demuestra claramente cómo la República Islámica, utilizando mecanismos complejos y recursos significativos, maneja y dirige entre 11 y 21 grupos terroristas diferentes y más de 11 peligrosos cárteles. Más allá del Medio Oriente, en África, Europa y América Latina, grupos afiliados a la República Islámica realizan acciones que dejan impactos regionales e internacionales profundos. Estos grupos, a menudo operando de manera subterránea y utilizando redes de comunicación complejas, llevan a cabo sus actividades destructivas bajo la apariencia de acciones civiles o humanitarias.

Para el nuevo FBI, encontrar estas conexiones orgánicas entre redes peligrosas y destructivas es una tarea desafiante. Esta dificultad no solo se debe al secreto y a la encriptación de información por parte de estos grupos, sino también a la falta de información precisa y actualizada. Aunque la División Antiterrorista del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos era consciente de las complejidades de estas redes de 2017 a 2021, sus estrategias siempre han enfrentado desafíos. Incluso después del asesinato de Qasem Soleimani por la CIA durante la primera presidencia de Donald Trump, el FBI no predijo con precisión las reacciones de la República Islámica dentro del territorio estadounidense, contribuyendo involuntariamente a un aumento de las amenazas. Actuaron con arrogancia, negándose a escuchar las opiniones y análisis de otras partes de la comunidad de seguridad e inteligencia de EE. UU., lo que a su vez creó puntos ciegos en sus evaluaciones.

 El logotipo del FBI se ve fuera del edificio de la sede en Washington, DC, 5 de julio de 2016.  (credit: Yuri Gripas/AFP/Getty Images)
El logotipo del FBI se ve fuera del edificio de la sede en Washington, DC, 5 de julio de 2016. (credit: Yuri Gripas/AFP/Getty Images)

Segundo Punto: Las células terroristas durmientes de la República Islámica de Irán en suelo estadounidense representan una amenaza multidimensional y compleja. Estas células están controladas y gestionadas por el Ministerio de Inteligencia, los Guardias Revolucionarios y la Fuerza Quds, cada uno de los cuales tiene un "desk" dedicado a Estados Unidos. La existencia de estos escritorios indica un alto nivel de enfoque y experiencia en actividades relacionadas con Estados Unidos, dirigiendo operaciones extensas y dirigidas en suelo estadounidense.

Agentes de las tres organizaciones en América del Norte y del Sur son gestionados desde las embajadas y consulados de la República Islámica, y se les asignan misiones específicas. Esta táctica, que implica el uso de coberturas diplomáticas para actividades de espionaje y terrorismo, crea desafíos significativos para el FBI, ya que arrestar y tratar con estos individuos sin violar leyes internacionales es difícil.

Tercer Punto: La red de máquinas de propaganda de la República Islámica está oculta bajo varios paraguas, incluidas organizaciones benéficas, instituciones religiosas, medios persas afiliados al gobierno de EE. UU. (la mayoría de cuyos expertos e invitados son individuos despreciados afiliados a la República Islámica), lobbies infames que apoyan a la República Islámica (que intentan infiltrarse en los corredores políticos de Washington y en los medios de comunicación en inglés en Estados Unidos), y la red académica y centros educativos que se esfuerzan por hacer eco de la máquina de propaganda de la República Islámica dentro de América. Estas redes están activas no solo en suelo iraní, conocido como "República Islámica 1", sino también ampliamente en suelos americanos y europeos, como "República Islámica 2".

Durante las administraciones de Obama y Biden, el FBI no mostró ninguna inclinación a escrutar instituciones religiosas. Los medios de comunicación persas como VOA Persian y RFE/RL, afiliados con el gobierno de EE. UU., han sido en gran medida ineficaces y no han contribuido positivamente a la política estadounidense, solo drenando el presupuesto. Hasta la fecha, el FBI tampoco ha mostrado ninguna disposición a cerrar los infames grupos de presión pro-régimen, como NIAC y Quincy, que apoyan a la República Islámica desde suelo estadounidense.

Además, el FBI no ha demostrado ninguna tendencia a expulsar a profesores y expertos que difunden la destructiva ideología del Jomeinismo en suelo americano. Esta falta de abordar las influyentes redes de la República Islámica se debe no solo a la falta de voluntad política, sino también a la deficiencia de estrategias efectivas para identificar y contrarrestar estas influencias. A menos que el FBI revise sus políticas, la maquinaria de propaganda secundaria de la República Islámica continuará operando activamente dentro de Estados Unidos.

Cuarto punto: El desafío de descubrir agentes afiliados a la República Islámica sigue presente. El FBI carece de conocimiento preciso y suposiciones correctas sobre las actividades y operaciones de la República Islámica en suelo americano. Sin embargo, los analistas del FBI ciertamente son conscientes de que la República Islámica liderada por los mulás, bajo diversas coberturas y señales, posee un sistema de seguridad e inteligencia muy complejo y cerrado que dificulta el acceso a información confiable. Este sistema complejo incluye redes de inteligencia que operan activamente en todo el mundo y utilizan diversas técnicas para proteger su información.

Esta red intrincada contribuye al aumento de los ciberataques contra América. Estas amenazas pueden incluir espionaje cibernético o ataques contra infraestructuras vitales. Estos ataques están diseñados no solo para la destrucción o interrupción, sino también como parte de una estrategia a largo plazo para recopilar información y lograr una superioridad estratégica.

De hecho, junto a la CIA, el FBI también necesita mejorar sus capacidades para contrarrestar las amenazas cibernéticas. Esta mejora debe incluir el fortalecimiento de capacidades tecnológicas, la actualización de cursos de formación para el personal y el desarrollo de nuevas estrategias para identificar y contrarrestar nuevas tácticas enemigas. Además, las colaboraciones internacionales para contrarrestar estas amenazas deben ser fortalecidas, ya que la República Islámica no opera solo en una región geográfica, y sus efectos son visibles a nivel mundial.

Algunos consejos para el FBI

Como analista de contraterrorismo, enfatizo la importancia de reconocer los desafíos y estrategias de seguridad. El FBI, como una entidad judicial nacional en los Estados Unidos, se encuentra con significativas limitaciones legales al llevar a cabo operaciones internacionales. Estas limitaciones afectan considerablemente la capacidad de la agencia para monitorear y contrarrestar las amenazas del régimen criminal del ayatolá en Irán. Además, las complejas dinámicas políticas y de seguridad entre Estados Unidos e Irán, a menudo influenciadas por tensiones políticas y sanciones, impactan en la efectividad operativa del FBI.

Para contrarrestar las amenazas de Irán de manera efectiva, el FBI debe colaborar estrechamente con otras agencias internacionales de inteligencia y seguridad. Esta colaboración debe incluir el intercambio de información, la coordinación de operaciones conjuntas y el aprovechamiento de experiencias compartidas en la lucha contra redes terroristas. Estas asociaciones son cruciales para fortalecer las capacidades de identificar y prevenir actividades terroristas, mejorando así la seguridad nacional.

Además, el FBI debe reforzar su infraestructura tecnológica y mejorar sus capacidades cibernéticas para contrarrestar de manera efectiva las actividades perjudiciales de la República Islámica de Irán. Dada la escalada de amenazas cibernéticas capaces de dañar la infraestructura crítica estadounidense, esta mejora implica un entrenamiento avanzado para el personal, el desarrollo de herramientas tecnológicas sofisticadas y la formulación de métodos innovadores para identificar y neutralizar amenazas.

Por último, los desafíos y obstáculos que el FBI enfrenta en la lucha contra la República Islámica de Irán requieren una vigilancia y revisión continuas. Este proceso debe incluir evaluaciones persistentes de amenazas, actualizaciones de estrategias y mejoras en la cooperación internacional para garantizar que la agencia opere con la máxima eficiencia.