Gaza City - Declararon la victoria y repartieron dulces como si la guerra hubiera terminado. Pero para la gente de Gaza, el sufrimiento nunca se detuvo. El alto el fuego duró casi 50 días antes de colapsar, sin embargo, en ese tiempo, la matanza no terminó y ninguna de las catástrofes que han devastado Gaza fue abordada.
Miles de cuerpos permanecen enterrados bajo los escombros, un recordatorio insoportable de que la vida en Gaza está definida por la destrucción. El caos domina cada aspecto de la existencia diaria. Los salarios y los depósitos bancarios personales son robados por poderosas figuras conocidas que controlan el flujo de efectivo, tomando un 20% de comisión para ellos mismos.
La crisis económica se profundiza, sin soluciones para el sistema monetario roto o el sector de transporte golpeado de Gaza. El transporte público sigue siendo inseguro, pero las tarifas no han cambiado, otro peso sobre una población que apenas puede permitirse vivir.
El mercado negro prospera, aprovechándose de la desesperación. El gas de cocina se vende por 10 veces su precio habitual, el diésel y la gasolina son inasequibles y la carne congelada, a menudo en condiciones peligrosamente insalubres, tiene un precio fuera del alcance. La vivienda es obscenamente cara, a pesar de la falta de agua y electricidad. Las calles ya no son calles, sino montañas de escombros, con basura acumulándose en cada esquina.
Los trabajadores municipales no pueden hacer nada para limpiar la devastación porque no hay equipo, no hay camiones, no hay tractores, no hay recursos. El concepto de reconstrucción es una fantasía. Las escuelas, jardines de infancia, universidades, la educación misma, siguen en el limbo y las instituciones gubernamentales están completamente paralizadas. La vida diaria está sofocada por la frustración, sin esperanza a la vista.
Para muchos, escapar se ha convertido en el único sueño. Algunos ya han abandonado Gaza. Muchos más quieren hacerlo, pero están atrapados.
Los gazatíes rechazan rotundamente el plan de evacuación de Trump
Incluso cuando el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, hizo una declaración sugiriendo una salida, fue rechazada, quizás porque provino de él, o quizás porque la gente temía ser etiquetada como traidores por siquiera considerarlo.
Hablo con personas todos los días que están esperando que se abran los cruces fronterizos para poder huir. Otros, que una vez desesperados por irse, han renunciado y ahora dicen que preferirían morir en su tierra natal. Pero la mayoría está esperando, con la mirada fija en Doha, con la esperanza de que las negociaciones de Witkoff en Qatar decidan el futuro de Hamas en Gaza. Se preguntan: ¿Seguirá gobernando Hamas? ¿Algún día terminará este ciclo de guerra y destrucción?
La gente aquí no quiere más guerra. Quieren vidas normales, sin destrucción, sin sufrimiento interminable. Pero no pueden decirlo en voz alta. Porque en Gaza, no tienes derecho a exigir un futuro mejor. Simplemente eres observado, silenciado y dejado a tu suerte.
Ahmed Abd al-Salam es un periodista palestino que vive en la Franja de Gaza.