Un hito histórico: La respuesta de la comunidad jaredí a la guerra

La historia sugiere que cuando se percibe a segmentos de la sociedad como evitando el sacrificio compartido durante amenazas existenciales, las tensiones sociales persisten durante generaciones.

 HAREDIM PROTESTAN contra el servicio militar ante la Oficina de Reclutamiento de las FDI en Jerusalén en febrero.  (photo credit: Chaim Goldberg/Flash90)
HAREDIM PROTESTAN contra el servicio militar ante la Oficina de Reclutamiento de las FDI en Jerusalén en febrero.
(photo credit: Chaim Goldberg/Flash90)

Los ataques del 7 de octubre y la guerra subsiguiente han expuesto profundas fisuras en la sociedad israelí, ninguna tan clara como la casi completa ausencia de la comunidad jaredí (ultraortodoxa) de la respuesta nacional. Este momento podría resultar ser un hito histórico en las relaciones entre la sociedad israelí mainstream y su comunidad jaredí.

Incluso en el improbable caso de que mañana por la mañana, la liderazgo jaredí tenga un cambio profundo de actitud, las cicatrices formadas al quedarse solos en el momento existencial de Israel permanecerán.

Un momento sin precedentes en la historia judía

La respuesta de la liderazgo jaredí a esta crisis ha estado marcada por una falta conspicua de solidaridad con aquellos que sirven en primera línea. Mientras los israelíes seculares y religioso-sionistas han luchado y muerto defendiendo la nación, la comunidad jaredí ha mantenido en gran medida su aislamiento.

Las vidas de las familias de los reclutas y reservistas han sido consumidas por la ansiedad durante el último año y medio, mientras que la gran mayoría de las familias haredíes han seguido con sus rutinas diarias.

Esta separación va más allá de la mera no participación en el servicio militar; refleja un desconexión más profunda en cómo diferentes segmentos de la sociedad israelí perciben sus responsabilidades colectivas durante tiempos de amenaza existencial.

Los haredim no se presentaron a luchar; ignoraron los llamados de sus hermanos israelíes para unirse a la lucha y, en algunos casos, incluso respondieron menospreciando la contribución de los soldados, promoviendo la idea de que solo en mérito de aquellos que estudian la Torá el IDF tiene éxito.

 Israelíes haredi (ultraortodoxos) se manifiestan contra el alistamiento en las FDI en Jerusalén, el 27 de marzo de 2025 (credit: ALON HACHMON)
Israelíes haredi (ultraortodoxos) se manifiestan contra el alistamiento en las FDI en Jerusalén, el 27 de marzo de 2025 (credit: ALON HACHMON)

Un titular irónico en el periódico haredi líder Mishpacha reflejaba que el trato entre Israel y la sociedad haredi es unilateral, excepto que se referían al apoyo político que están dando al gobierno de Netanyahu y a las promesas que ha incumplido para eximir a los chicos haredi del reclutamiento.

A medida que los reservistas han dado cientos de días durante la guerra, los políticos jaredíes han trabajado para asegurar exenciones legales para sus estudiantes y profundizar los incentivos económicos para no servir. El daño a las familias, matrimonios y pequeñas empresas no se resolverá de la noche a la mañana. No es solo un daño material o físico, sino una cicatriz emocional y social profunda.

Paralelismos históricos y sus lecciones

La historia ofrece paralelismos instructivos de divisiones sociales durante crisis nacionales. Durante la Guerra Civil estadounidense, los ricos del norte podían evitar el servicio militar pagando por exenciones o contratando sustitutos, creando un profundo resentimiento entre aquellos que soportaban la carga del combate.

Esta desigualdad estalló en los Disturbios del Sorteo de 1863 en Nueva York, donde lo que comenzó como una revuelta de inmigrantes y clase trabajadora contra el sorteo se convirtió en mortales disturbios raciales, una guerra civil dentro de la Guerra Civil.

Las disparidades en el sacrificio entre las clases sociales durante la Primera Guerra Mundial en Gran Bretaña eventualmente forzaron una conscripción más amplia con menos exenciones.

La historia sugiere que cuando segmentos de la sociedad son percibidos como evitando el sacrificio compartido durante amenazas existenciales, las tensiones sociales resultantes pueden persistir por generaciones.

Limitaciones de liderazgo y posibilidades de base

El liderazgo haredi enfrenta un dilema fundamental. Su autoridad descansa en gran medida en mantener la separación de la comunidad de la sociedad convencional. Cualquier compromiso significativo en el servicio militar o la educación secular podría amenazar, a sus ojos, los fundamentos de su forma de vida. Esto reduce la posibilidad de cambios desde arriba.

Se pueden vislumbrar signos más prometedores a nivel de base, donde un número creciente de jóvenes haredim buscan una mayor integración en la sociedad convencional. Esta crisis podría acelerar estas tendencias a medida que más miembros de la comunidad cuestionan la sostenibilidad de la separación completa durante emergencias nacionales. Sin embargo, sin cambios de política, tanto en los ámbitos económico como de seguridad, es difícil ver cómo estos cambios podrían escalar al ritmo de las necesidades del país.

La probable secuela política y social

La secuela de esta guerra probablemente marcará un punto de inflexión en la relación de la sociedad israelí con su comunidad haredi. El contrato social que ha regido esta relación durante décadas parece cada vez más insostenible. El acuerdo tradicional que permitía la autonomía haredi y el apoyo estatal puede enfrentar desafíos sin precedentes. La tolerancia del público israelí para mantener el statu quo se ha visto seriamente disminuida por la respuesta de la comunidad a esta crisis.

Más allá del problema moral, la exención masiva representa un serio desafío de seguridad para el futuro de Israel. La cicatriz de estar solo existirá junto al orgullo de los israelíes, que han respondido repetidamente al llamado para defender su país.

Por ahora, una cosa parece segura: la memoria de quienes se levantaron para ser contados durante este momento existencial nacional influirá durante mucho tiempo en el enfoque de la sociedad israelí hacia sus divisiones internas y responsabilidades compartidas.

El escritor es socio fundador de Goldrock Capital y fundador del Instituto para la Investigación Judía y Sionista. Actualmente, copreside la Coalición para el Empleo Haredi y es ex presidente de Gesher y World Bnei Akiva.