En un movimiento que tiene implicaciones globales mucho más allá de sus fronteras, Paraguay designó oficialmente al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán como una organización terrorista. Esta decisión audaz y principista anunciada por el Presidente Santiago Peña el 25 de abril sitúa a Paraguay firmemente dentro de una creciente coalición de naciones determinadas a enfrentar el terrorismo y las fuerzas que lo sustentan.
Aunque Paraguay pueda ser un país pequeño geográficamente, este acto demuestra que la claridad moral y la responsabilidad internacional no están reservadas solo para las superpotencias globales. También es una decisión vital mientras la comunidad internacional continúa trabajando para evitar el avance de Irán hacia la capacidad de armas nucleares.
El IRGC, fundado después de la Revolución Islámica de 1979 de Irán, fue originalmente establecido para defender al régimen y sus ideales revolucionarios. Sin embargo, en las décadas transcurridas, se ha convertido en un extenso entramado militar, de inteligencia y económico patrocinado por el Estado con un rasgo consistente: un papel central en el apoyo de Irán al terrorismo internacional.
Desde dirigir operaciones de Hezbolá en Líbano y Siria hasta ayudar a Hamas en Gaza, pasando por orquestar ataques contra civiles y disidentes en el extranjero, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) es una pieza clave en la campaña de desestabilización global de Irán.
La designación de Paraguay no es un gesto aislado; se basa en su clasificación previa de Hezbolá y Hamas como organizaciones terroristas y señala una estrategia coherente y completa para cortar el apoyo y la legitimidad a grupos que perpetran violencia y extremismo.
La importancia de la ubicación geográfica de Paraguay en relación con las designaciones terroristas
Lo que hace este movimiento especialmente importante es la ubicación de Paraguay.
El Área de la Triple Frontera -donde Paraguay se encuentra con Argentina y Brasil- ha sido identificada durante mucho tiempo como un semillero de financiamiento ilícito, incluidas actividades sospechosas vinculadas a Hezbolá. Durante décadas, las organizaciones terroristas han utilizado fronteras porosas, supervisión financiera débil y vacíos en la aplicación de la ley en el Área de la Triple Frontera para recaudar y lavar dinero.
Al designar al IRGC como organización terrorista, Paraguay ha enviado un mensaje claro de que su territorio no será un refugio seguro o un centro financiero para redes terroristas y sus intermediarios. También ha aumentado la presión sobre otras naciones en América Latina para que hagan lo mismo.
Mientras países como Argentina han tomado medidas contra Hezbolá y condenado el terror respaldado por Irán, especialmente a la luz del atentado a la comunidad judía del centro AMIA en Buenos Aires en 1994, muchas otras naciones de la región han permanecido en silencio, renuentes a enfrentar directamente la influencia de Irán.
El MOMENTO de la designación de Paraguay también es relevante.
Viene en medio de un renovado enfoque global sobre el terrorismo patrocinado por Irán, especialmente tras la masacre de Hamas el 7 de octubre en el sur de Israel, que cobró la vida de más de 1.200 personas. El papel de Irán en el respaldo a Hamas está bien establecido, y la IRGC, a través de su Fuerza Quds, ha proporcionado armas, financiamiento y entrenamiento a terroristas palestinos durante años. La IRGC no solo es cómplice; es un actor central.
Al unirse a países como Estados Unidos, Canadá y Baréin, que han designado a la IRGC como organización terrorista, Paraguay está demostrando no solo solidaridad con los valores democráticos y los derechos humanos, sino también una clara comprensión de cómo funciona el terrorismo en la era moderna.
Las redes de terrorismo de hoy en día no operan de manera aislada. Son transnacionales, fluidas y dependen profundamente del apoyo estatal y de la infraestructura financiera. Apuntar a esos actores estatales es clave para socavar el sistema en su conjunto.
Algunos podrían argumentar que un país pequeño como Paraguay corre el riesgo de sufrir represalias o consecuencias diplomáticas al adoptar tal postura. Sin embargo, la historia demuestra que apaciguar al terror solo fortalece a quienes lo perpetran. La decisión de Paraguay no debería ser vista como una provocación, sino como una defensa de la paz, la soberanía y el estado de derecho.
Además, esta designación conlleva consecuencias prácticas. Permite a Paraguay investigar, congelar y perturbar de forma más agresiva los flujos financieros vinculados a la IRGC y sus organizaciones asociadas. Fortalece la aplicación de la ley y la cooperación internacional. Crea una base legal para imponer más sanciones y llevar a cabo acciones contra individuos o entidades relacionadas con la IRGC.
En una época en la que las democracias están bajo presión y los regímenes autoritarios son cada vez más audaces, los pequeños estados que adoptan posturas fundamentadas deberían ser aplaudidos y respaldados. El gobierno de Paraguay ha demostrado liderazgo moral; ahora le corresponde a otros, especialmente en América Latina y Europa, seguir su ejemplo.
Designar a la IRGC como una organización terrorista no es solo un gesto legal o diplomático. Es una afirmación de una cosmovisión en la que el terror patrocinado por el estado debe ser combatido, no tolerado; donde las alianzas se construyen no solo por conveniencia, sino por valores compartidos; y donde incluso las naciones más pequeñas pueden desempeñar un papel decisivo en dar forma a un mundo más seguro, justo y pacífico.
Paraguay ha elegido estar del lado correcto de la historia. Que otros tomen nota, tomen acción y sigan el ejemplo.
El escritor es el director de asuntos hispanos para el Movimiento Combatir el Antisemitismo (CAM).