Netanyahu y Sinwar: Dos maestros del cinismo que envían a su pueblo al infierno - opinión
Existe una asombrosa simetría entre estos Benjamin Netanyahu y Yahya Sinwar, ambos han demostrado ser maestros del cinismo y de mandar al infierno al pueblo.
Netanyahu ya se extralimitó en la campaña militar en la que está muriendo gente por su afirmación infundada de acabar con Hamás. Su conceptualización de la realidad ha desaparecido bajo una nube de humo emitida por el potente armamento de su ejército, suministrado por EE.UU., aunque con algunos recelos. Netanyahu se ha enemistado con el presidente de Estados Unidos, que le acusa con razón de mentir y de no mostrar cierto respeto a uno de los pocos partidarios que le quedan a Israel. Todo esto se suma a la desfachatez de Netanyahu de compararse con el poder del Tío Sam. Es un peón que intenta demostrar que es tan poderoso y tan inexpugnable como el rey.
El presidente Joe Biden ha firmado más ayuda militar masiva, pero nadie supone que sea por su amor a Netanyahu. Como han hecho otros presidentes de EEUU, Biden ve a Israel como un aliado estratégico frente a regímenes árabes rígidos y antidemocráticos. Al menos sobre el papel, Israel y Estados Unidos comparten ciertos valores básicos, como la democracia, la igualdad ante la ley y la libertad del individuo. Cuánto tiempo podrán mantenerse estos valores bajo el mandato de Netanyahu y sus secuaces es una incógnita. Tal vez el apoyo material y moral de Estados Unidos impida la erosión de estos valores fundamentales dentro de un Israel cada vez más dividido. Si devuelve a todos los rehenes, se dejará a sí mismo y a sus matones asesinos vulnerables a un ataque del ejército israelí masivamente armado. Incluso si firma un acuerdo con Israel sobre la salida de Gaza, no puede confiar en que Israel lo respete. En cierto sentido, ya ha ganado la guerra. Ha cogido al ejército israelí por sorpresa. Hizo que el gobierno israelí respondiera impulsivamente, lo que le llevó a devastar Gaza, como un toro furioso soltado sobre una población indefensa. Además, Hamás ha conseguido que gran parte de la opinión pública mundial se vuelva en contra de Israel, convirtiendo la evidente repugnancia ante la horrible matanza del 7 de octubre en un increíble apoyo a los ciudadanos de Gaza, hasta el punto de poner en duda la propia existencia de Israel. Está en su derecho. Pero iría en contra de lo que hacen los líderes en circunstancias similares. Parece poco probable que no quisiera regodearse en la gloria de sus logros, tal vez escapando a Qatar o a cualquier otro lugar y vivir el resto de su miserable existencia como una bandera roja ante el furioso pero impotente toro israelí.