Hambre mortal: Cómo la extrema inanición devastó los cuerpos de los rehenes

Los rehenes que emergieron de la brutal etapa de humillación de Hamas han encendido las alarmas en el sistema de salud de Israel, que ahora se está preparando para un tratamiento intensivo.

 Ohad Ben Ami, rehén retenido en Gaza desde el mortífero atentado del 7 de octubre de 2023, es liberado por terroristas de Hamás en el marco de un alto el fuego y un acuerdo de intercambio de rehenes y prisioneros entre Hamás e Israel en Deir Al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza (photo credit: REUTERS/Ramadan Abed)
Ohad Ben Ami, rehén retenido en Gaza desde el mortífero atentado del 7 de octubre de 2023, es liberado por terroristas de Hamás en el marco de un alto el fuego y un acuerdo de intercambio de rehenes y prisioneros entre Hamás e Israel en Deir Al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza
(photo credit: REUTERS/Ramadan Abed)

La apariencia demacrada de los rehenes liberados—quienes han perdido peso significativo debido a la extrema inanición, sobreviviendo con un mínimo de carbohidratos sin proteínas, vitaminas o minerales—era inmediatamente visible. Pero más allá de los signos externos, probablemente sufren daños graves en múltiples sistemas, que requieren atención médica urgente en Israel.

El cuerpo humano depende de un suministro continuo de energía y nutrientes para funcionar correctamente. Cuando se le priva de alimentos durante periodos prolongados, entra en un estado de emergencia metabólica, descomponiendo grasa y músculo para sostenerse a sí mismo. Esto conduce a cambios físicos dramáticos, ofreciendo un evidente indicio de una severa desnutrición.

Un indicador clave del estado nutricional es el Índice de Masa Corporal (IMC). Un IMC por debajo de 18 se clasifica como una desnutrición severa, mientras que un IMC por debajo de 13 se considera potencialmente mortal, indicando que el cuerpo ha perdido cantidades críticas de grasa y músculo.

 (De izq. a dcha.) Ohad Ben Ami, Or Levy y Eli Sharabi, liberados del cautiverio de Hamás, 8 de febrero de 2025. (credit: Canva, REUTERS/Ramadan Abed)
(De izq. a dcha.) Ohad Ben Ami, Or Levy y Eli Sharabi, liberados del cautiverio de Hamás, 8 de febrero de 2025. (credit: Canva, REUTERS/Ramadan Abed)

La extrema hambruna que sufrieron los rehenes es evidente en su condición física:

1. Pómulos pronunciados

En condiciones normales, los pómulos son soportados por una capa de grasa y músculo. En casos de hambruna prolongada, estas reservas de grasa se agotan y los músculos se debilitan, resultando en rasgos faciales afilados y huecos.

2. Piel facial y ojos hundidos

La pérdida de grasa subcutánea hace que la piel se hunda, perdiendo su elasticidad y soporte. Esto le da al rostro un aspecto hueco y deshidratado. Alrededor de los ojos, donde la piel es particularmente delicada, se forman ojeras profundas, creando una apariencia fatigada y enfermiza.

3. Manzana de Adán prominente

La grave desnutrición conduce a una pérdida significativa de músculo alrededor del cuello, haciendo que la manzana de Adán sea muy visible. Esto hace que el cuello parezca frágil y delgado, a veces exponiendo los huesos subyacentes.

4. Clavículas prominentes

En personas sanas, la clavícula está amortiguada por una capa de grasa y músculo. En casos de extrema hambruna, estas capas se agotan, haciendo que los huesos destaquen claramente.

5. Pérdida muscular generalizada

Una grave falta de proteína y calorías obliga al cuerpo a descomponer su propia masa muscular para obtener energía. Esto conduce a una significativa reducción de masa muscular en todo el cuerpo, incluyendo en los brazos, piernas, cara y pecho, dando una apariencia demacrada.

Más allá de la apariencia: Los peligros ocultos de la inanición

La inanición extrema no solo afecta la apariencia física, sino que causa estragos en la salud en general. El sistema inmunológico se debilita, la temperatura corporal desciende y las personas experimentan fatiga extrema y profunda depresión. En los casos más graves, el daño puede ser irreversible, provocando complicaciones a largo plazo en el sistema cardiovascular, los huesos y el sistema nervioso.

La pérdida muscular también afecta al corazón, reduciendo su capacidad para funcionar correctamente. El debilitamiento de los músculos respiratorios entre las costillas puede causar dificultades para respirar, y los músculos del sistema digestivo pueden atrofiarse, complicando aún más la recuperación.

La rehabilitación de tales condiciones requiere supervisión médica intensiva, incluyendo una alimentación gradual y monitoreo cercano de la función de los órganos para prevenir complicaciones que pongan en peligro la vida, como el síndrome de realimentación, y para mitigar el daño causado por la inanición prolongada.