Por qué deberías cenar antes del atardecer

Descubre cómo adoptar la antigua práctica de cenar temprano puede impactar positivamente tu peso, corazón, sueño y estado de ánimo.

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No es ningún secreto que nuestras elecciones alimentarias influyen en nuestro bienestar físico y mental. Sin embargo, es posible que no te hayas dado cuenta de que el momento en que tomas tus comidas puede ser igual de crucial.

A menudo atribuimos el aumento de peso únicamente al consumo de calorías, pero investigaciones recientes han revelado la importancia del momento de las comidas en esta ecuación.

En junio de 2020, el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism publicó un estudio convincente que reveló una conexión entre las cenas tardías y un riesgo elevado de aumento de peso y niveles altos de azúcar en la sangre. Sorprendentemente, la misma comida, consumida en diferentes momentos, tiene efectos distintos en el cuerpo de una persona.

Con este razonamiento, los expertos en salud abogan por cenas tempranas, ya que pueden aportar muchos beneficios para la salud. Aquí te presentamos algunas de las ventajas más notables que podrían persuadirte de adoptar esta tradición, ya sea que residas en una base militar, un kibutz o en una residencia de ancianos:

Digestión Mejorada

Nuestros cuerpos operan en un ciclo natural que ha permanecido inalterado durante miles de años. En el pasado, los humanos se retiraban temprano y consumían su última comida cerca del atardecer. Aunque esto pueda parecer poco convencional en la era moderna, estudios sugieren que puede influir positivamente en nuestro "reloj biológico", particularmente en lo que respecta a la digestión.

Cenar temprano puede optimizar la digestión y el metabolismo, proporcionando al estómago suficiente descanso durante la noche y aliviando el estrés en el hígado. En consecuencia, la desintoxicación del hígado puede mejorar, beneficiando el equilibrio de las bacterias beneficiosas en el intestino.

Niveles de Azúcar en Sangre Equilibrados

El estudio demostró que una cena temprana mejora la sensibilidad a la insulina, lo que significa que las células del cuerpo responden más efectivamente a esta hormona, que regula los niveles de azúcar en la sangre. Esto no solo reduce el riesgo de diabetes, sino que también mitiga el aumento de peso, incluso al consumir los mismos alimentos que podrían ser más perjudiciales más tarde en el día.

Adoptar una rutina de cenar temprano te permite disfrutar de una noche de sueño reparador con tranquilidad, sabiendo que cualquier indulgencia dietética es menos probable que te cause daño.

No obstante, es importante señalar que cenar temprano no elimina estas consecuencias.

Beneficios para la Salud del Corazón

Las comidas grandes y tardías, especialmente aquellas altas en carbohidratos y grasas, pueden impactar negativamente en la actividad del corazón y la salud cardiovascular. Por el contrario, investigaciones indican que las cenas tempranas pueden tener un impacto positivo en la salud del corazón, en parte debido a su efecto beneficioso sobre la función del hígado. Cenar temprano permite que el hígado "descanse" más durante la noche, facilitando la eliminación eficiente de toxinas y reduciendo el riesgo de "hígado graso" y problemas cardíacos y vasculares relacionados con el colesterol.

Mejora del Sueño

Comer una comida pesada justo antes de acostarse puede interrumpir tu capacidad para conciliar el sueño y la calidad de tu sueño. ¿Alguna vez te has preguntado por qué ocurre esto? Después de una comida sustancial que enfatiza el sistema digestivo, el cuerpo entra en sobremarcha para procesar la comida.

En consecuencia, el cuerpo permanece muy activo, lo que dificulta alcanzar una relajación propicia para quedarse dormido. Los expertos recomiendan que las personas mayores, individuos con enfermedades crónicas y aquellos que experimentan trastornos del sueño se esfuercen por cenar lo más temprano posible. Esto promueve una desaceleración más natural de las funciones corporales, una práctica que puede beneficiar a todos.

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Equilibrio Emocional y Paz Mental

El "reloj biológico" mencionado anteriormente también está influenciado por la secreción de varias hormonas, incluyendo la insulina y el cortisol. Cenar temprano se alinea de manera más armoniosa con estos procesos fisiológicos, impactando positivamente en la regulación de estas y otras hormonas.

Consumir tu comida al menos dos horas antes de ir a la cama ayuda a lograr un mejor equilibrio hormonal. Esto no solo favorece la digestión y el sueño, sino que también promueve una sensación de relajación, reduciendo los sentimientos de ansiedad, el estrés mental y los pensamientos intrusivos. Para potenciar esta tranquilidad, considera dar un paseo pausado de 20 minutos después de tu comida. Esta práctica promueve una mejor digestión y estimula la liberación de hormonas que calman y alivian las preocupaciones del día.